LOS DOMINGOS DE MI NIÑEZ
por Melva Nelia Martínez Salinas
Toda la semana esperando que llegara el domingo para estrenar vestidos hechos con el ingenio y las manos de mamá, y como no, si somos de familia grande, yo la mayor de seis hermanas y un hermano varón, que es el más grande de todos; aún así mamá se daba el tiempo para sentarse frente la máquina de coser y hacernos vestidos nuevos, aunque no fuera cada semana yo sentía que siempre estrenaba en domingo, pues ese día era de ley salir de vestido, calcetín al tobillo y zapatos impecables para asistir a misa, recuerdo que para terminar nuestro arreglo, ya casi de salida de casa, tomábamos la chalina de acuerdo al color del vestido que traíamos si la hubiera, o si no, la que más me gustaba, que era la de colores pastel, chalina hermosa de encaje suave que me hacía sentir como un ángel.
¡Vámonos!, todos arriba, vamos que no se nos haga tarde, a la vagoneta todos y a como Dios nos daba a entender teníamos que caber todos, siempre cuidando que no se arrugara nuestro vestido. Era una vagoneta familiar, una vagoneta larga y bajita color rojo, cuatro puertas más la puerta trasera, a ver cómo, pero los nueve debíamos de caber a gusto y sin molestar al de enseguida, claro con la petición previa para saber a quién le tocaba ventana este domingo y poder disfrutar más el paseo o el viento en el verano.
El camino era a la Capilla de la Luz en la colonia Roma, en donde actualmente está la Iglesia de Nuestra Señora de San Juan, en donde el calor y el frío de cada temporada siempre eran más agudos en su interior, ya estando allí esperando con ansias transcurriera la hora de misa que por cierto se impartía en latín y con el sacerdote dándonos la espalda, tan pronto llegaba la bendición, todos de nuevo a la vagoneta y ahora sí, acomódate como puedas pues ya estuviste linda y limpia para la misa, a disfrutar el día.
Cada domingo un paseo, normalmente tomábamos la carretera 57 pasábamos la curva rumbo a Villa de Fuente para dirigirnos a una especie de parque que tenía una palapas con mesa al centro y bancas, y sobre todo con mucho espacio para correr y jugar, ese era el Parque La Villita, ahí papá pedía algo de comer para compartir entre todos y refrescos de naranja igualmente siempre compartidos entre las hermanas, en ese lugar pasábamos unas dos o tres horas y de regreso, siempre dando la vuelta hasta la Calle Real, ahora la calle Zaragoza, a la que papá tenía la costumbre de nombrarla así, seguíamos por esa calle hasta el cuartel a ver los soldados y luego a la casa a seguir jugando.
Nuestra casa está aún ubicada en el centro, sobre la calle Mina entre las calles Xicoténcatl y Padre de las Casas, es un barrio tranquilo y seguro, mi barrio en la ciudad más bella de México, mi Piedras Negras.
Los paseos de los domingos variaban, algunas ocasiones solo íbamos a los yuquis o raspas El Popo, donde Jando los preparaba con delicioso hielo raspado y fruta como tamarindo cocido o plátano en rebanadas, estos eran riquísimos para la temporada de calor, aún se me hace agua la boca con solo recordarlos; otros domingos con más suerte, nos llevaban a cenar al restaurante México Típico, que se encontraba si mal no recuerdo, en la calle Matamoros, ahí al pedir de comer o cenar según la hora, siempre era la costumbre compartir los platillos para aprovechar bien lo que pedíamos; de vez en cuando nos llevaban también al restaurante del Motel 57, un lugar con mucho éxito en ese tiempo, ese restaurante ofrecía un magnifico servicio y además de una comida muy sabrosa, como las deliciosas tampiqueñas, platillo que siempre era mi elección.
Puedo compartirles muchos recuerdos más, ya habrá oportunidad de hacerlo pero por ahora solo quiero platicar esta pequeña parte de mi vida que recuerdo con tanto cariño, aunque no les pueda precisar ni la edad, ni el año en que lo viví, pero de esos bellos tiempos lo que más añoro son las pláticas e historias que nos contaba papá, historias que nos hacían admirar y disfrutar la naturaleza, como el simple hecho de andar juntos y descubrir que la vida era extremadamente hermosa y feliz.
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