ARNULFO GONZÁLEZ MUÑOZ
por Profr. Federico Ramos Olvera
Arnulfo González Muñoz Nació el 25 de mayo de 1903, sus padres son don Eliseo González Galindo y doña Donaciana Muñoz Castro, sus hermanos Eliseo, Juanita, Raquel y Tomasita, formaron una familia apreciada y respetada por la comunidad. Don Eliseo padre Arnulfo era originario de sacramento Coahuila y junto con su hermano Leónides se dedicaba a las labores del campo. A medida que los hermanos Eliseo y Arnulfo van creciendo, mayor es su actividad en el campo ayudando a su padre y a su tío. Arnulfo ingresa a la escuela Benito Juárez donde realiza sus estudios primarios. Siendo ya un joven, vive por corta temporada en el mineral de Rosita importante centro económico de la región carbonífera pero su padre tenía planes para él, había adquirido un automóvil Ford, pensando reintegrarlo al hogar y qué Arnulfo lo podría utilizar para el transporte de pasajeros entre Allende y Piedras Negras. En aquellos años, el camino a esa ciudad fronteriza seguía en forma paralela las vías del ferrocarril, en ese tiempo en Allende prevalecía la inseguridad por culpa de los asalta caminos y era muy normal que la mayoría de los ciudadanos cargaran sus armas para su defensa, de modo que Arnulfo no era la excepción. Eliseo le había regalado una pistola calibre 32 que siempre le acompañaba.
La tragedia
Aquel 30 de julio de 1925 era como todos los de ese mes, caluroso y sofocante, las familias salían a las banquetas, cuando se metía el sol y los padres sacaban sus mecedoras y el resto de la familia en sillas o sentados en las banquetas, se fundían en largas platicas. Muchas veces cuando un transeúnte conocido pasaba por el lugar, saludaba y muchas veces sí era conocido se tenía platicar con la familia para esa hora De reunión los habitantes ya habían cenado, entre 6:00 y 6:30 de la tarde. Arnulfo vivía a unas cuadras de la nevería de Pedro Salazar, cumplió uno de sus viajes a piedras negras a hora temprana, por lo que se fue en busca de su novia y amigos en aquel lugar, donde decidió platicar en la banqueta con un grupo de amigos en espera de su novia; “ya pardeaba la tarde” relata un testigo. El grupo de muchachos departían ordenadamente e incluso sin estorbar a los caminantes en las banquetas. Como el cuartel de los soldados estaba muy cercano, por el rumbo del sur se aparecía el teniente, el cual seguramente iba en busca de Rosario, la novia de Arnulfo, esta nunca lo había tomado en cuenta, pues era una joven honrada y sobre todo respetable su relación con el joven Allendence. Este y el teniente sin conocerse ya andaban picados como dicen en el norte de Coahuila a los que están a punto de reunir, por el acoso militar hacia la novia de Arnulfo, por lo que ambos ya sabían quién era uno como el otro. Arnulfo, junto a su novia y sus amigos pasaban un rato agradable. En ese momento pasa el teniente enturbiando el ambiente ambos cruzan la mirada la cual molestó al teniente de los rurales quién le reclama a González ¿qué me ves? ¿tengo monos en la cara? y muy molesto con el canto de su pistola reglamentaria se lanza hacia el joven para propinarle un golpe en la cara. Al impacto, Arnulfo cae al suelo. El teniente orgulloso de su actitud se dispone a marcharse del lugar, cuando escucha la voz de aquel joven que se incorporaba para decirle muy decidido ¿a dónde va amigo? usted y yo tenemos un pendiente. Ahí en la calle Real muy cerca de la esquina con Espiridión Peña actual Bancomer y logia masónica, el reloj rebasaba apenas las 8:00 de la noche, la atmósfera era tensa, el calor insoportable; dos hombres se encontraban frente a frente y a corta distancia. Aquel oficial estaba ante la mirada decidida de Arnulfo dispuesto a lavar la afrenta. Salen a relucir las armas: González logra accionar su pistola calibre 32 produciendo al teniente varias heridas en el pecho. El militar al ser alcanzado por las balas se derrumba con su 45 en la mano, herido de muerte al sentirse abatido logra disparar su pistola y lesiona a Arnulfo, aquellos disparos retumbaban en toda la Villa, rompiendo el silencio de la noche canicular. Tendido en la banqueta queda el cuerpo inerte de Braulio García Uribe el teniente de los rurales acostumbrado a ser obedecido con arrogancia y prepotencia ante la comunidad allendense. Arnulfo muy malherido, es levantado por sus amigos para ser atendido por el doctor Jesús Lozano González, a quién al ver sus heridas emite su diagnóstico: Muy grave; las balas habían dañado órganos vitales. Con angustia y desesperación lo llevan a la botica del doctor Francisco L. Lozano, donde son alcanzados por Eliseo, quien enterado de los hechos acude de inmediato en busca de su hermano y lo encuentra con los últimos hálitos de vida. Instantes después, todo terminó. Eran las 8:30 de la noche cuando se apagaba la vida de este allendense malogrado. Sin reponerse aún de tan sangriento suceso, Eliseo se encontraba todavía en la botica, cuando ve llegar a un pelotón de rurales quienes, enterados de la muerte de su comandante, habían salido en busca de Arnulfo González. Eliseo ante el dolor y con Pundonor, le manifiesta: El hombre que ustedes buscan acaba de morir, pero soy su hermano pa´ lo que gusten mandar. Retirándose de inmediato. El pueblo estaba indignado de un enfrentamiento con los rurales. Jacinto Villarreal lugarteniente de García Uribe tomó entonces el mando y acuartelo a sus soldados, la autoridad municipal hizo lo mismo en la mejor decisión que ambos bandos pudieron tomar. El cuerpo de Arnulfo fue velado en la casa de sus padres y sepultado en el panteón municipal San Juan de Mata de Allende Coahuila punto la triste mañana del viernes 31 de julio de 1925.
No hay comentarios:
Publicar un comentario