MIS RECUERDOS
por Enrique Cervera Rodríguez
Cronista Municipal Guerrero, Coahuila
El sábado 2 de abril de 1938 a las 9 horas nació quien esto escribe, cuando ya pude ver lo primero que veo son las latas de taray que se sostenían en el techo de la vivienda donde nací, los huilotes de doble carrizo amarrados de las latas con Pita. En el siglo XVIII se hicieron las viviendas con techo de terrado con canales de desagüe para que no se consumiera en el techo que era de cal arena y sus muros de piedra caliza. En el siglo XIX los muros eran de adobe una especie de ladrillo que se secaba al sol y no en la lumbre, se usaban con piñas que eran en forma de triángulo para poner el huacal qué consistía en latas o vigas que se sostenían con una viga que le llamaban la madre y los muros laterales, luego iban los carrizos de dos en dos como a un pie de separado, una vez terminado el huacal se le ponía el zacate de jícara, eso fue lo que vi cuando ya tuve los conocimientos. Esta vivienda estaba construida en una loma que tendrá como unos 50 m de plano en la cima, el mar interior que existió hace miles de años nos dejó la parte superior que ahora llamamos lomas, el oleaje al subir la marea y los fuertes nortes que sin duda existieron cubrieron de guijarros la parte superior lo cual fue lo que vi cuando ya puede salir de la vivienda, nos divertíamos juntando piedras que llamábamos de colores pues hay de todos tamaños sin pasar de guijarros siendo fácil hacer un corral pues solamente retirábamos los guijarros y dejábamos al descubierto la tierra quedando un cuadro limpio rodeado de piedras alrededor las rojizas eran cabras coloradas, aunque hay piedras cristalinas, buscábamos unas piedras opacas para simular que eran las cabras blancas, unas azulosas con blanco eran las cabras pintas, estamos hablando de piedras de 1 o 2 cm, las de 4 o 5 cm las utilizábamos como vacas escogiendo las amarillentas como vacas de raza jersey y las negras las de mica de ese color.
Al poniente de la casa, al pie de la loma había un hormiguero de hormigas cabezonas como se conocen en este lugar cuyo nombre es quitasol, como la loma está llena de barro y sal las hormigas sacaban el puro barro, este se utilizaba para otro entretenimiento el cual era hacer caballitos de barro para haber quien los hacía más bonitos en lo que se refiere a los niños también se les hacía la montura con el vaquero, pero no a todos, se usaba la cochinia del nopal para pintarles una parte a los caballos y así ya eran pintos. En lo que respecta a las niñas ellas hacían cerritos que eran unos conos y los adornaban con piedras de colores, también las protuberancias de la flor del nopal, que en la parte superior tienen una especie de pegamento y se los colgaban en las orejas como si fueran aretes. Otra diversión era el lago El Bañadero con 1200 m de largo el cual tiene un lugar que se le conoce como el baño, ahí era donde nos bañábamos, jugábamos a la roña y a los encantados, el baño tiene unos 30 m de largo y unos 20 de ancho pero era necesario revolver el agua para que al caminar por debajo no te viera el que traía la roña.
En El Bañadero había tortugas blancas que eran las más grandes siendo las únicas que servían de alimento al ser humano, había una pinta de amarillo con cuadros negros que cuando alguien la agarraba saltaba un líquido de un olor muy feo, otra que tenia los cuadros amarillos y negros por la parte inferior, por encima el casco era blanco y daba la impresión que era un encarte de las 2 variedades. También había peces de los cuales abundaban las cópalas que nosotros llamábamos copetonas por el adorno que tienen en la parte superior siendo que son espinas. Las más grandes eran unas con la mitad blanco y unas amarillas, mientras los más grandes se dedicaban a pescar los más chicos ponían la lumbre con el fin de comer peces juntos. Al lado sur del baño esta la saca de agua de la Misión de San Francisco Solano construida en 1701, al oriente del baño la profundidad del agua era de 1 m y 200 m de largo conociéndolo como la cola del bañadero, en esa parte estaban los robalos y tortugas ya que había mucha hierba acuática la cual les servía de alimento, en las orillas había unos pequeños pececillos que les llamábamos panzones sirviéndoles de alimento a los rabalos. Al poniente como 200 metros que también no estaba muy profundo había tortugas que salían a tomar el sol no mas sentían que se acercaba una persona, corrían a meterse al agua que era su refugio y enseguida comenzaba lo que se llamaba el lago y si íbamos a ese lugar era para nadar pues solo los niños más grandes podían alcanzar el piso y pocos eran los que sacaban lodo para probar que llegaron al fondo.
El piélago tenía como 30 m de ancho y se va haciendo menos profundo y más angosto hasta el final de ahí del piélago sale la saca de agua de la misión de San Juan Bautista construida en 1701 y estuvo en servicio para regar las labores del valle que hoy es Guerrero hasta 1916 llegando hasta la Saltarina y en 1918 llegó de la Saltarina a la saca de agua del canal de la Misión de San Juan Bautista hasta que la compañía Border Melón la corto con las perforaciones de La Candelaria. Otra diversión de la niñez de Guerrero era la de los aros de fierro y un alambre del que se usaba en el telégrafo con lo que se hacía un gancho para rodar el aro que hacia un chillido muy parecido al que se escuchaba cuando estaban pasando un telegrama pero mucho más fuerte, se jugaban carreras empujando el aro también se jugaban topes que desde luego lo ganaba siempre el aro más pesado. Otros días de diversión era estar en el columpio que por lo general eran de mecate en la rama de un árbol. Se hacían carreras de caballos y pelea de gallos por los mayores sin que nadie les dijera nada.
Se jugaba a los dados y a la baraja en una esquina de la calle Real. Según las crónicas los soldados del presidio tenían esa costumbre que en 1964 el ayuntamiento multaba a todos aquellos que jugaran dados o baraja así que desapareció pues un señor tenía 506 burras en su terreno cercado con alambres de púa o de pico como se conoce también nomas que se salían, en vez de ir nosotros a buscarlas ellas iban donde nosotros estábamos nunca usábamos mecates ni cordeles de ningún tipo solo una vara para pegarle en el pescuezo para que voltearan para donde nosotros queríamos, si queríamos que corrieran nada más les pegábamos con la vara en las ancas.
Jugábamos a los juegos que podíamos o que se jugaban en todas partes como el trompo que lo bailábamos de diferentes formas, a los cancos que era tirarle con el trompo a otro que le tocara servir de blanco para los demás, había que pegarle con el trompo y que este bailara sino seguía de blanco, la casulejas que consistía en bailarlo y que callera en tu mano bailando. Era una diversión el caballo de palo que consistía en un pedazo de carrizo o alguno de otra cosa el cual uno se subía y corría haciéndose la ilusión de que iba a caballo. Muy popular el gancho y el aro de metal que consistía en empujar el aro con el gancho y eso era correr para que el aro no se cayera también se utilizaba para jugar a los choques que consistía en encontrar aro con aro perdiendo el que se cayera.
Estos eran los juegos de la décadas de 1930 hasta 1950, pues era muy diferente en los años de 1910 a 1929 ya que el país sufrió la guerra de la Revolución por lo que la nación estaba muy deteriorada económicamente aunque aquí en Coahuila comenzó en enero de 1850, en la década de 1920 no había cuadernos ni lápices pues usaban un pizarrón y un gis como lápiz de modo que lo que se escribía había que borrarlo para escribir lo que seguía.
La fundación de Piedras Negras trajo a Guerrero una época muy distinta a los habitantes porque en Piedras Negras no había leña que era indispensable para los quehaceres de las cocinas pues era el único medio de tener el fogón encendido, no tan solo la cabecera municipal se ayudó con esto también los comunidades rurales como San Vicente, San José y Los Rodríguez. En 1960 comenzó el consumo de gas butano y la leña pasó a la historia, la cabecera municipal llegó a tener más de 100 leñeros.
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