HISTORIA DE LA FUNDACIÓN DEL CAM
por Estela Mendoza Campos
Juan Humberto mi décimo hijo, nació en 1966 con síndrome de Down. Juan nació especial, todos lo quisimos mucho, anduvimos con él, lo llevamos a Saltillo y a la Escuela de Educación Especial a Rosita, donde sabíamos que había maestros. No lo podían internar pues necesitábamos vivir ahí para poderlo atender. Luego empecé a tener trabajo, me gustaba ayudar en cosas de la Iglesia, al asilo ya cuando lo hicieron, trabajaba de voluntario ayudando a las personas que estaban ahí, como 14 años ayudando y pensando siempre cómo ayudar a mi hijo Juanito y a otros niños y niñas con el mismo problema; un día vino la primera dama aquí a Allende, en ese tiempo lo teníamos en el kínder, la maestra del kínder apreciaba mucho a Juanito, se llamaba Irma pero no recuerdo el apellido, entonces me dijo va a venir la Primera Dama, parece era doña Esther Echeverría, yo quería hablar con ella para decirle que necesitábamos algo, una escuela para los niños que tenían problemas, así entonces la maestra me dijo -sí quiere hablar con ella, hágame una carta y véngase el día que venga la primera dama y entra conmigo, yo le ayudo para que entre a hablar con ella, entonces ella tuvo la gentileza de que fuera con los niños, pues llevaron a todos los niños, cuando hubo oportunidad hablé con la Primera Dama, le platiqué el problema que tenía y lo que quería y me dijo que levantara una lista de todos los niños y que se lo entregará al Presidente Municipal, que entonces era María Lozano, creo hice la carta y fuimos varias personas, señoras con hijos que tenían el mismo problema que mi hijo Juanito, pasó el tiempo y nunca nos dijo nada, entonces empezamos a trabajar por nuestra cuenta, seguimos juntándonos, juntando niños, empezamos a trabajar y juntar dinero, queríamos hacer una escuela y que nos mandarán maestros, hablé con un profesor conocido Remberto Castro Escobedo, le platiqué el problema que teníamos y él nos dijo que necesitábamos ir a Saltillo a hablar con la Directora de Educación Especial, nos juntamos, fue Chonita conmigo pero para eso, antes la familia Moreno Vázquez nos ayudó mucho en los spots para poder juntar a muchos niños, porque muchos padres no querían aceptar que los niños estaban enfermos y necesitaban educación especial; nos juntábamos varias personas y fuimos hasta Nava, Villa Unión, Río Bravo, Morelos a juntar niños, muchos nos los negaban, para cuando fuimos a Saltillo ya llevamos una lista que le entregué a la profesora o maestra María de Jesús, no recuerdo el apellido si era de la Rosa, pero nos recibió muy mal, nos dijo que -Allende ni en el mapa estaba-, así nos dijo, -y para esos niños no hay nada, y además hay un niño que está muy grande y dice mamá-, ese niño es el mío por el que buscó la ayuda desde que nació, -pues qué les dijo, para Allende no hay nada-; nos decepcionamos y nos venimos Chonita y yo en el camión. En ese tiempo mi hija Lety estaba estudiando en Saltillo y ella nos llevó ahí decepcionadas, pero no quitamos el dedo del renglón seguimos trabajando, el profesor Remberto decía -ustedes sigan trabajando-, volvimos a ir a Saltillo y hablamos con el Lic. De Luna, también pasó igual, no nos hicieron caso; pasó el tiempo hicimos una kermés aquí en Allende de todas las personas, cómo nos juntábamos varias hacíamos las reuniones en la Escuela Domínguez, nos prestaba la maestra Tere Martínez un salón y ahí nos juntábamos para platicar e informar lo que hacíamos, la kermés, el maestro de ceremonias, el locutor; el señor Meneses nos ayudaba mucho, bastante, nos juntaba cantantes de aquí de la región, cercábamos la plaza y nos prestaban todo de la Ferretera Coahuila.
El compadre Benjamín nos prestaba madera y tela para cercar la plaza, cobrábamos la entrada, no recuerdo cuanto pero llegamos a juntar 5,000 pesos, era mucho para nosotros, volvimos a ir a Saltillo, creo fue la última vez cuando el profesor Remberto Castro me dijo -trate de hablar con él arquitecto Ismael Ramos-, él nos atendió muy amablemente desde el saludo, que Dios le de salud si todavía vive él, nos habló y recibió ahí en su escritorio y platicamos con él todo lo que habíamos hecho porque queríamos una escuela, queríamos maestros o algo que nos mandaran, nos mandaron primero maestros; para cuando nos mandaron maestros ya habían quitado la Presidencia de acá donde estaba Correos, y ahí nos prestaron una área arriba, no había baños porque estaban descompuestos, había que componerlos y todo quedó, ya había maestros eso sí nos mandaron. El profe Remberto me habló, en ese entonces los maestros estaban en la escuela Martín Torres, me habló el maestro que fuera a la escuela, yo le hable a la señora Petra Hernández, que era la presidenta del comité, y a la tesorera para ir juntas a la reunión, entonces fuimos y ya nos dijeron en donde iban a estar los maestros, ya les dijimos y gracias a Dios empezaron a ir bastantes niños. Para ese entonces, cuando fui con el arquitecto Ismael Ramos, él habló delante de nosotros a México. En ese tiempo las demás señoras no podían acompañarnos, nos daban todos los gastos, trabajábamos mucho, hacíamos tamales; hasta en Morelos toda la gente nos ayudaba mucho.
El arquitecto habló y dijo aquí están unas señoras que quieren una escuela, tiene tanto dinero y tienen terreno para la escuela para que tengan con qué apoyarse.
Hablé con el padre Oviedo, primero nos daba terreno don Polo Martínez pero estaba muy lejos y húmedo, y que no servía para la escuela, entonces yo le dije al padre Oviedo al platicar él, con él yo le tenía mucha confianza, él les habló a los Caballeros de Colón que contaban con una hectárea, dijo el padre, el único caballero que se oponía fue el señor Esquivel, delante de mí le dijo al padre Oviedo -como le van a dar una hectárea y si no finca, si no hace nada le ponemos una cláusula, si no haces nada que se devuelva el terreno, el padre Oviedo dijo, no, se le va a dar para que hagan la escuela y que sea ahorita mañana o pasado, pero el terreno se les va a dar y nos dio una hectárea, después mandamos a hacer los papeles, el licenciado Candé Cadena les hizo las escrituras y no les cobro ningún peso, entonces cuando fuimos a Saltillo con Ismael Ramos ya llevábamos todos estos papeles, él habló a México y les dijo que ya teníamos terreno, maestros y que necesitábamos la escuela, que si nos la podrían hacer nada más que nos ayudaran con el Seguro y con los encargados de hacerlo, porque nosotros queríamos una escuela aunque sea chiquita, quien sabe que le contestaron de allá por el teléfono, dijo -miren no se va a hacer una escuela chiquita se les va a ser una entera para que atienda niños desde tres meses de nacido, hasta el suyo que tiene más edad, esperen tres meses y en esos tres meses le mandamos resultados-, pues a los tres meses mandó una carta, me la mandó el arquitecto y me dijo -ahí van a ir tres constructoras a ver lo del escuela, y a ver el terreno, de las tres el que les haga mejor presupuesto, se va a hacer la escuela; y así fue gracias a Dios, una constructora hizo toda la escuela, así como está ahorita, todos los salones, después que estaban todos los salones los maestros se fueron para allá, ya después nosotros seguimos trabajando para poner la luz, pusimos un transformador, la Comisión lo puso pero todo se lo pagamos, compramos todo de la cocina, estufa, tanque de gas, todo lo que se necesita para la cocina, amplia cocina, comedor, había muchos salones, bien equipada la escuela gracias a Dios; seguimos trabajando para comprar un autobús, hacíamos tamales, rifas, comida para vender; nos juntamos en casa de Amelia Zapata para hacer tamales, nos juntábamos en casa de Hermelinda, allí nos juntábamos Petra, Nicolasa, Amelia Zapata, Hermelinda. Nos juntamos a trabajar nos ayudaban muchas más pero ya no recuerdo nombres, Esther la viuda de Vega y Luz Zurita también nos ayudaban para trabajar en vender tamales, entonces gracias a Dios, como le dije, el arquitecto Ismael Ramos nos mandó la constructora y una de las tres nos hizo toda la escuela, como está ahorita, gracias a Dios hicimos tantas cosas que no alcanzó a platicar ahora, que ahora río cuando me acuerdo; cuando hicimos la feria fuimos hasta Múzquiz a buscar las atracciones para que trajeran los caballitos, sillas voladoras, todo. Cuando compramos el autobús fuimos a Eagle Pass a buscar el señor Montalvo, nos llevaba y yo le agradezco a tu papá, fue muy bueno, pues yo no más en la calle, pero ustedes me ayudaron mucho aunque estaban estudiando, me ayudaban mucho aquí en la casa mi suegra, mamá, todas, Tomasita en paz descanse, estaba con nosotros y me ayudaba para que yo consiguiera lo de la escuela, y la escuela se hizo, y a mí me da muchas satisfacción por eso pues estuvimos trabajando muchos años y Juanito estuvo en la escuela como 14 años, parece menos.
En la mesa directiva fui Tesorera hasta que ya no quise, y salí bien, gracias a Dios salí bien librada, entonces estaba de directora la maestra Lupita, la maestra María Elena ella y yo entregué, no recuerdo quien se quedó, ya me quité el peso de encima porque era mucha responsabilidad, yo les dije ya, cuando mi hijo no quiso ir a la escuela, venía el autobús hasta aquí pero ya no quiso ir, a mi hijo Juanito le sirvió bastante, aprendió a cambiarse solo, a lavarse los dientes, a asearse, a guardar su ropa el solo, él fue muy limpio, le gustaba mucho su escuela, le gustaba ir a los desfiles, le encantaban porque se transformaba en sus personajes de Zapata, Carranza, pirata, las pirámides le gustaban, tengo muy buenos recuerdos de mi hijo y los maestros porque se portaron muy bien con todos nosotros, hasta la fecha cuando la visitó el profesor Francisco, que vive en la Colonia Manantial, cuando me ve me saluda con mucho cariño, quiere mucho a mi hijo Juanito, gracias a Dios, cuando me salí de la escuela les dije -cuenten conmigo para lo que necesiten, puedo seguir ayudando pero ya no quiero trabajar, como la sordera ya sigue ahí, así fue, cuando hacen algo me hablaban, que vendiera, qué comprar a algo, varias veces me hicieron un homenaje en la escuela gracias a Dios, no lo merezco y no lo hice para vanagloriarme yo, no, todo lo hice por amor a mi hijo y a todos los niños que había en ese tiempo y los que todavía hay, ahorita la escuela sigue trabajando, gracias a Dios me quedé contenta, hasta me dan ganas de llorar, trabajé mucho y todas mis compañeras, que Dios les de salud, quedamos contentas pues cumplimos con la obligación que sentimos para que nuestros niños salieran adelante. Pasó el tiempo y seguimos trabajando. Desde antes siempre me gustaba estar en medio.
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